sábado, 29 de septiembre de 2012

Cepo al dólar, verdad o una "sensación?



Es la pregunta que al parecer nuestra presidenta quiere que nos hagamos, ya que en su último y flamante discurso en la universidad de Harvard en Estados Unidos le afirmo a uno de los estudiantes que preguntaba, "no hay ningún cepo al dólar".
Este "imaginario" cepo al dólar que nos acompaña desde las últimas elecciones presidenciales y no solo se ha mantenido, sino que ha ido haciéndose cada vez más estricto. La medida más actual aprobada hace solo unos días fue la que restringe la extracción de "adelantos" en dólares en el exterior. Originalmente el monto máximo de los adelantos en dólares no podían superar los 1.500Dlls aproximadamente y ahora este monto se ha reducido a unos 1000Dlls o al 10% de límite de compra de la tarjeta (El menor de los valores).

La escusa de los portavoces oficiales para el cepo al dólar es la "pesificación" de la economía. Este es un argumento más que válido, pero se está tratando de una manera equivocada. Si bien es cierto que los argentinos estamos mal acostumbrados a ahorrar en dólares, no es razón suficiente para atacar nuestra libertad individual de decidir si queremos ahorrar en pesos, dólares, yenes o reales.
Una de las razones por las que no se pueden ahorrar en pesos es la constante fluctuación del valor de la moneda nacional, provocado por el mismo gobierno nacional al andar jugando con la máquina de hacer billetes y como consecuencia mantener la inflación por las nubes.
Con una inflación que ronda el 20% anual, es suicida ahorrar en pesos. Por esto mismo con los estrictos controles, la gente busca refugiarse en los clásicos ladrillos y los que no pueden apuntar tan alto buscan refugiar sus ahorros en autos o insumos para el hogar tal como LCD y LED que ofrecen en muchos casos financiación de 50 cuotas sin interés.

Si sumamos a la inflación, las trabas con las importaciones y el cepo al dólar; nos encontramos con un coctel bastante complicado. Si bien es cierto que a muchos no les va a fundir el hecho de no poder comprar dólares o comprar cosas en el exterior, mina en gran medida nuestras libertades y degrada la calidad de vida de los que así les gustaba gastar su dinero.

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